EN FICCIÓN

DIEZ NARRACIONES CORTAS



UNO

Martín, que es el hombre más triste de toda la galaxia, sale a comprar el pan a las seis de la mañana todos los días junto a Malabar, su perro. Para llegar a la panadería, ha de cruzar dos parques y toparse con igual número de amigos: a uno de ellos siempre se lo ve regando las plantas de la entrada de su casa. Casi nunca se saludan.
Hoy Martín lleva al perro atado a una pequeña correa color amarillo. Juntos, doblan una esquina, entran a la tienda y el hombre no demora en pedir lo usual: cinco panes franceses y cien gramos de jamón. La vendedora anota el pedido sin prestar la mayor atención y es allí que Martín se da cuenta de lo que le han hecho, y empieza a llorar.
Al menos deben pasar dos horas para que deje de hacerlo y, cuando esto ocurre, ya no es más la hora del desayuno.
Martín se marcha, sin pan ni jamón.

DOS

Diana ha decidido que hoy será el mejor día de su vida y por eso, al ir a encender el auto, abre el capó, desconecta la batería sin mirar y piensa que no le queda otra cosa por hacer que ir en busca de un taxi.
Cierra la puerta de casa y extiende su brazo y al poco tiempo un auto se detiene. El chofer es un hombre atractivo como las fresas con crema y ella, al notarlo, se sube y le pegunta si es que, antes de cumplir con lo que debe, le gustaría hacer el amor con ella, pero él responde con un no grandazo y frío.
Y Diana se pregunta por qué, y luego se lo dice, entonces él saca del bolsillo un anillo con un diamante grandísimo.
Diana mira, se deshace en silencio.

TRES

Javier sube a un bus muy temprano. Se va a la costa pues quiere encontrar el mejor trabajo y la felicidad más perfecta y vivir y también morir tranquilo. Javier tiene apenas dieciocho años, y es ciego.
Cuando ya está arriba, le dice al conductor que él mismo se dará cuenta cuando la suerte esté rondándole, muy cerca y alrededor de todos, pero sobre todo de él.
El conductor lo mira y piensa muy fuerte que a mitad del camino estrellará el auto, que seguro que lo hago, que por qué no podría.
Javier se sienta y se va quedando dormido en medio de oraciones a la Virgen, prendado de un rosario. Veinte minutos después, el conductor cierra los ojos y cambia de dirección mientras empiezan los gritos de las personas.

CUATRO

La mirada de Matías está clavada en el escenario. Está seguro que no podrá tocar ni una sola de sus canciones. Por la radio han dicho que hay aproximadamente setenta mil personas en el estadio y otras veinte esperando fuera. Matías suelta el mango de su guitarra, voltea la mirada y se da cuenta que su banda ha desaparecido.
Asustado, se escabulle por donde puede y llega al camerino en apenas segundos. Abre la puerta y observa que el baterista, el bajista y la chica que toca el saxofón están cogiéndose a su novia, ella encima de las cajas de los equipos y los demás encima suyo.
El chico da media vuelta y retorna al escenario, coge la guitarra y empieza a tocar “The Murder Mistery” de los Velvet Underground.
Días después no se habla de otra cosa que del concierto.

CINCO

Carlos apaga el cigarrillo veinte y bebe otro sorbo de gasolina. Tocan a la puerta. Vienen a limpiar, piensa, pero no, no es la empleada del hotel sino una prostituta de apellido alemán. Carlos no abre y la mujer le juega una pequeña broma a la cerradura y la destroza y listo. El hombre cierra sus ojos y piensa fuerte en tener una erección para asustar a la empleada cuando entre, pero no lo logra.
Y es gracias a eso que tiene el mejor sexo de su vida. Luego cae enfermo, sufre por dos días y finalmente muere.

SEIS

Cristian y Cristina se conocieron hace un año y el día de navidad pelean por primera vez. Cristina ha amenazado con dispararse en la sien y Cristian le ha prometido el mejor funeral de la historia de los hombres. Esto a Cristina le ha parecido una frase muy pesada y entonces, pum, se dispara. Al rato cae al suelo.
Cristian, por su parte, cumple: el funeral se realiza esa misma tarde, en medio de gente con ropa recién estrenada y niños con juguetes y risas dibujadas con lapiceros brillantes.

SIETE

La voz de Maria Paz dentro de un casette de audio es suave por momentos y fuerte por momentos. Son siete canciones de cuna que le ha grabado a su hija de diez días de nacida en una copia del “Kind of Blue” de Miles Davis.
Maria Paz está dentro del crucero que en unas pocas horas se estrellará contra un iceberg o será bombardeado por los guardacostas del nuevo territorio (una de dos).
Maria piensa en su pequeña hija, y canta un pedacito de una canción para niños: pollito asado/apimentado/a pucha/a pucha/que se ha quemado...
La recién nacida siente la voz de su madre y sus ojos se abren con tanta fuerza que ahora tiene veinte años y baila desnuda frente a tipos tan pervertidos e infelices como su padre.

OCHO

Martín está dentro de su tristeza, junto con la suerte de Javier y la felicidad de Diana. Matías, Carlos, Cristian, Cristina y Maria Paz deciden no intervenir y cierran los ojos y no piensan en nada. La tristeza de Martín, la suerte de Javier y la felicidad de Diana se entremezclan y, en ese preciso instante, nace Ciro, el hombre más feo del mundo.
Ciro será actor de teatro, luego actor de cine, luego director de películas pornográficas y luego morirá por una bomba nuclear que acabará con la mitad de Europa. Él estará en Lyon.
Y no tendrá suerte, ni felicidad, ni tristeza: cargará apenas el espíritu de un pan francés, la mirada de un diamante y la fe de un rosario de piedritas marrones.

NUEVE

Llegan dos personas y tocan la puerta de la prostituta de apellido alemán. Son dos policías de nombres rudos que le piden que por favor los acompañe. La mujer entra un momento al baño y saca una botellita pequeña de su cartera y bebe. Tres minutos después regresan y tocan a la puerta y ella piensa que vienen a limpiar el lugar, pero se equivoca, porque los policías están al otro lado con los pantalones en el suelo y con la mirada fija, más que fija.
La prostituta bebe lo último de gasolina con lo último de sus fuerzas y siente un pequeño placer a la altura de su ombligo que tarda en desaparecer.

DIEZ

El bien y el mal se encuentran en un cuarto sin color. El bien dice: Me parece que esto ha ocurrido anteriormente. El mal responde: Esto ha ocurrido toda la vida. El bien dice: ¿Y tú, cómo lo sabes? El mal responde: No me digas nada, que no he hecho nada malo.
El bien elige quedarse con Cristina y deja a los demás asustados en la esquina del mal. El mal aparta su rostro y se sopla en la palma de la mano y se da cuenta que tiene mal aliento, entonces obvia todo el discurso que había preparado y procede a darle a cada uno lo que le corresponde.
Y luego el bien se arrepiente. Y vuelve. Pero es muy tarde.
Y Cristina abre los ojos, y nota que a un niño se le ha perdido su juguete. Y se levanta y su mirada se parece a aquél anaquel de cristal que está cayendo de la mesa del buffet.

Escrito por Alberto Villar Campos @ 2:53 p. m., ,


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    Alberto Villar Campos
    Lima, Peru
    "Y de pronto apareció por ahí ese maldito iceberg llamado Poesía o Literatura o Aburrimiento o lo que fuera con la única condición precisa de no devenir en Aburrimiento ni por un instante…". (Pablo Guevarra)
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